El pasado 30 de mayo de 2023, la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) rindió un merecido y emotivo homenaje al catedrático emérito de Derecho penal, y abogado asociado de este despacho, Enrique Gimbernat Ordeig. Al finalizar el acto, se le otorgó su nombre al aula 102 de la Facultad.

En el acto académico intervinieron, Ricardo Alonso García, Decano de la Facultad de Derecho de la UCM; Julio Banacloche Palao, Director del Departamento de Derecho procesal y Derecho penal de la UCM; y Margarita Martínez Escamilla, Catedrática de Derecho penal de la misma Facultad y discípula de Enrique Gimbernat, que pronunció una extraordinaria laudatio.

La Prof. Martínez Escamilla destacó en su intervención que «Enrique Gimbernat ha contribuido como nadie a elevar el Derecho penal español a la categoría de ciencia, situándolo al mismo nivel de excelencia que la dogmática jurídico-penal alemana, en la que su obra ha influido desde sus inicios. […]  Para la Ciencia penal española, el Profesor Gimbernat ha sido un pionero, ha abierto nuevos caminos. En su primera monografía Delitos cualificados por el resultado y causalidad, de 1966, —que es una refundición de sus tesis alemana y española—, presenta la novedosa teoría de la imputación objetiva. […] En ese mismo año, 1966, con solo 28 años, publica su segunda monografía «Autor y cómplice», un estudio de la codelincuencia que ofrece creatividad jurídica al tiempo que un análisis exhaustivo de la doctrina alemana y española, pero también de la jurisprudencia. Esta atención a la jurisprudencia es otra de las constantes en su obra y podríamos decir que se ha visto correspondida por la buena acogida que las teorías de Gimbernat han tenido no solo en la doctrina, sino también en la jurisprudencia de nuestros tribunales. Así sucedió, por ejemplo, con su ‘teoría de los bienes escasos’ diseñada en Autor y cómplice. Un ejemplo más reciente lo tenemos en su teoría de la desestabilización del foco de peligro, cuyas ideas han sido recogidas por el Tribunal Supremo en la conocida sentencia del Madrid Arena».

En su excepcional laudatio, la Prof. Martínez Escamilla, resaltó que «La obra de Enrique Gimbernat no solo es innovadora. También es fecunda. No hay pilar de la teoría jurídica del delito en el que no haya dejado su impronta: ‘Acerca del dolo eventual’, ‘El estado de necesidad: una cuestión de antijuridicidad’ o, por ejemplo, ‘El ocasionamiento de muerte que empieza como asesinato y termina como homicidio’ son grandes clásicos de la dogmática penal. Tampoco podemos olvidar sus aportaciones a la Parte Especial, a cuestiones procesales como la extradición o a la dimensión constitucional del Derecho penal. Sin dejar de mencionar, por supuesto, sus jugosos prólogos a las sucesivas ediciones del Código penal de Tecnos, que nos van marcando cada inicio de curso. La obra de Gimbernat representa a mi juicio la Ciencia del Derecho penal con letras mayúsculas. Enrique Gimbernat no es solo un académico de prestigio. Es también un intelectual; un intelectual influyente. Desde muy joven —a través fundamentalmente de sus artículos en la prensa escrita—, ha intervenido en los debates jurídico-penales más controvertidos de nuestra historia reciente: la extradición de Pinochet, cuestiones relativas al terrorismo de ETA, como la Sentencia de Herri Batasuna o el cierre de Egin, el terrorismo de Estado de los GAL. Ha escrito sobre el juicio del 23 F, sobre la inviolabilidad del Rey emérito, la corrupción de la Gürtel, la cuestión catalana, la violencia de género…, […] Una obra tan excepcional solo es posible porque Enrique Gimbernat es una persona excepcional, una persona muy singular. Hay dos textos sobre Enrique Gimbernat que recomiendo vivamente. Uno es su “Autosemblanza”, publicada en el Anuario de Derecho penal y Ciencias penales. El segundo texto se titula “Testigo de una vocación” […] publicado en el Libro Homenaje dedicado a Enrique con motivo de su 70 cumpleaños. Gracias a estos deliciosos textos, podemos conocer, en el contexto político y social de la dictadura, a un jovencísimo Enrique que con 17 años se matricula en Derecho en la Universidad Complutense y que, en segundo o tercer curso, decide que quiere ser penalista y dedicarse a la universidad. Para no demorar su propósito se matricula en todas las asignaturas de cuarto y quinto y las aprueba en junio de 1959. Como sabe que en Alemania la Ciencia penal está mucho más desarrollada que en España, allí que se va, sin ningún contacto académico en ninguno de los dos países. En solo tres años aprende alemán y, bajo la dirección de Heinrich Henkel, escribe una tesis doctoral que abre nuevos caminos. En enero de 1963 supera el examen rigurosum con excelentes calificaciones y con 24 años obtiene el título de Doctor en Derecho penal por la Universidad de Hamburgo«.

La Prof. Martínez Escamilla finalizó su laudatio haciendo referencia al extraordinario docente que fue el Prof. Gimbernat, cuando ella misma fue alumna suya en la Universidad de Alcalá de Henares: «Sus clases eran intelectualmente muy estimulantes, muy exigentes. Mientras en otras asignaturas aprendíamos a aprobar, en Derecho penal aprendimos a razonar en términos jurídicos«. Y en relación a sus clases en la UCM, remarcó que: «Por sus clases en esta Facultad han pasado miles de alumnas y alumnos y es frecuente encontrarse con estupendos profesionales del Derecho que, con una sonrisa y un tono como de quien esgrime un trofeo, exclaman: ‘¡A mí me dio clase Enrique Gimbernat!‘».

El Prof. Gimbernat, en su discurso de agradecimiento, realizó un recorrido por sus hitos académicos vividos en el Salón de Grados de esa Facultad, en el que se celebró el homenaje: en 1965, se alzó con su segundo Doctorado, defendiendo su tesis doctoral sobre «Delitos cualificados por el resultado y causalidad»; en el año 1970, ganó la oposición de profesor agregado de Derecho penal; en 1987, ganó el concurso de méritos para una plaza de catedrático de Derecho penal; y finalmente, en 2023, recibe este reconocimiento a sus más de 60 años de excepcional y desbordante contribución a la ciencia penal.

Asimismo, en su intervención, el Prof. Gimbernat se refirió a los acontecimientos que condujeron a trasladar, en 1956, la Facultad de Derecho de la UCM desde el centro de la ciudad de Madrid (calle San Bernardo) hasta la Ciudad Universitaria, durante la dictadura franquista, perteneciendo él a la primera promoción que comenzó la carrera de Derecho en ese edificio del distrito de Moncloa. El Prof. Enrique Gimbernat expuso elocuentemente que «en las Dictaduras -tanto en las de derechas como en las de izquierdas- cualquier alteración del orden público desencadena siempre un muy grave problema político. […] La Dictadura era consciente de que se estaba consolidando una oposición democrática a la misma y de que, en los siguientes años, iba a tener que combatirla, preferentemente en grandes espacios donde se congregaran grupos numerosos de personas, dentro de los cuales podían desenvolverse con mayor facilidad y menor riesgo los dirigentes de los partidos y de los sindicatos democráticos: esos espacios en los que se reunían cientos o miles de personas eran, fundamentalmente, las grandes fábricas y las Facultades universitarias. Por ello, y en relación con nuestra Facultad de Derecho, el objetivo prioritario del Régimen era sacarla del centro de Madrid, ya que, en el momento en el que salía una manifestación de la calle de San Bernardo, inmediatamente los habitantes de la capital tenían conocimiento de los disturbios antifranquistas que estaban teniendo lugar, paralizándose la circulación en las calles aledañas, al tiempo que los estudiantes podían burlar a la Policía, evitándose, así, sus detenciones, refugiándose en los portales, bares, tiendas o, incluso, en algunos pisos de las estrechas calles del distrito centro […] Para la Dictadura, frente a la calle de San Bernardo, la Ciudad Universitaria ofrecía la enorme ventaja de que aquí no había callejuelas en donde esconderse y de que las manifestaciones estudiantiles apenas tenían alguna posibilidad de hacerse presentes en las calles de Madrid porque, antes de llegar a la Moncloa, la Policía las había contenido con sus porras, con sus caballos, con sus camiones-botijo y, a veces, con sus disparos. De esta manera, y a pesar de que en Madrid las manifestaciones de estudiantes contra el Régimen aumentaron de forma exponencial hasta la llegada de la democracia, al no poderse alcanzar las calles del barrio de Argüelles, y al tener prohibida la prensa informar sobre ellas, se consiguió, de esa manera, que la generalidad de la población apenas tuviera noticia de su existencia, y: ‘ojos que no ven, corazón que no siente'».

Asistieron al acto más de un centenar de personas, entre miembros de la judicatura, la fiscalía, la abogacía y la academia, destacando personalidades del Derecho como el Presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Manuel Marchena; el ex Presidente del Tribunal Constitucional, Pedro González-Trevijano; la ex Fiscal General del Estado y actual Fiscal de Sala adscrita a la Sala Segunda del TS, Consuelo Madrigal; y la ex Ministra de Justicia, Margarita Mariscal de Gante.